Entrevista publicada en el diario El Punt

10/03/10 02:00 - GERMÀ CAPDEVILA

Un inventor que vive entre la Secuita y Buenos Aires ha creado un columpio para sillas de ruedes que se ensambla en Cataluña con piezas catalanas i argentinas. El columpio es autónomo: se ata la silla con un sistema de arneses y el usuario se puede impulsar mediante una cuerda sin ayuda adicional.

Josep Font tiene claro que la integración de los discapacitados no sólo comporta resolverles las necesitas más evidentes, como la supresión de barreras arquitectónicas, sino también garantizar el acceso a cosas tan básicas como el esparcimiento en parques y espacios públicos.

-Como si los emprendedores no lo tuvieran bastante difícil, usted ha llevado adelante su proyecto con la dificultad añadida de vivir entre Cataluña y Argentina.
–«En mi caso, he tratado de aprovechar las ventajas que cada lugar me daba para hacer realidad una idea que no ha sido sólo mía, sino también de mi padre y de la gente de la empresa Handycat, que son quienes comercializan el columpio.»

–¿Cómo es este columpio?
–«Con mi padre estuvimos dándole vueltas durante mucho tiempo. En el mercado se pueden encontrar columpios adaptados para personas con discapacidad, pero pensados para instalarse en instituciones de rehabilitación, no en plazas o parques públicos. Finalmente, encontramos la manera de desarrollar nuestro modelo, que es un columpio antivandálico, que se puede instalar en cualquier plaza y que prácticamente no requiere mantenimiento.»

–Además, habeis tenido en cuenta que las personas en silla de ruedas puedan usarlo sin ninguna ayuda adicional. ¿Por qué?
–«Exacto. El columpio dispone de un sistema muy sencillo, con un arnés y unas hebillas que son muy fáciles de atar a la silla. Unos engranajes hacen que se pueda elevar la silla sin esfuerzo, y finalmente una cuerda permite a la persona columpiarse ella misma, sin ayuda externa. Nos pareció un aspecto importante, porque a las personas con discapacidad cualquier cosa que puedan hacer por ellas mismas es algo que les incrementa su autoestima.»

–Supongo que una iniciativa como ésta ha tenido el apoyo y subvenciones de las administraciones, ¿no?
–«Ni una. Lo hicimos todo nosotros mismos, en nuestro tiempo libre. No recibimos ninguna ayuda, pero quiero dejar claro que tampoco las pedimos, porque creímos que, en todo caso, el apoyo debería venir, una vez desarrollado el producto, en forma de pedidos por parte de los ayuntamientos. Cada pueblo de Cataluña debería poder disponer de un columpio de estos.»

–¿Quiere decir que no es una inversión muy cara, para según qué pueblos?
–«De ninguna manera. El columpio es incluso más barato que cualquiera de estos juegos integrados que ahora se instalan en las plazas y los parques infantiles. Además, no sólo sirve para sillas de ruedas. Los cochecitos infantiles también se pueden sujetar, y es muy seguro para los niños. Muchos padres no tienen suficiente confianza para sacar a sus hijos de los coches y ponerlos en según qué columpios. Con el nuestro pueden columpiar a sus hijos sin sacarlos del cochecito.»

–¿Ya hay alguno instalado?
–«Tenemos uno instalado en la Residencia Marinada (en Reus), y están encantados.»

–De todos modos, es un invento que no responde a ninguna necesidad vital de los discapacitados. ¿No es un lujo, habiendo otras cosas quizás más importantes?
–«No estoy de acuerdo. Las necesidades básicas de las personas con discapacitdad se deben atender, como las de todas las personas. Pero también tienen derecho a divertirse, a poder ir a un parque o una plaza y pasar un rato divertido. El otro día vi una chica ciega y sorda en su silla de ruedas que reía y disfrutaba columpiandose. Se me puso la piel de gallina, y entendí hasta qué punto era importante nuestro invento.»

–¿El columpio se fabrica con piezas hechas en Argentina y en Cataluña?
–«Sí, el ochenta por ciento de las piezas han sido desarrolladas y fabricadas en Argentina, y el veinte por ciento restante en Cataluña, donde se hace el montaje con las piezas importadas de Argentina.»

–¿Por què en Argentina?
–«Por mi historia personal. Fui a vivir con mis padres cuando tenía cinco años. Me crié en medio de la comunidad catalana de Buenos Aires. Volví a Cataluña con treinta y dos años. Ahora, por mi trabajo, vinculado al mundo de la informática, paso medio año en Argentina y medio año en Catalunya. Aproveché las oportunidades que daba la crisis en Argentina, con muchos talleres dispuestos a hacer cosas nuevas para salir adelante. Ahora quizá sea el momento de hacer lo mismo en Cataluña. Las crisis siempre son un gran impulso para la innovación.»

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